martes, 19 de diciembre de 2017

Sobreprotección; un estilo de crianza orientado a la persona con discapacidad


            De acuerdo a lo planteado por Manjarrés (2012)
la protección en la crianza de personas con discapacidad fluye como algo innato por mediar una condición de vulnerabilidad, es una de las responsabilidades de los padres y las familias, pero además es más sentida cuando media una situación de discapacidad. Es importante entonces comprender las distintas acciones reactivas de protección que generan los padres ante el miedo y los dilemas que traen la socialización, el desenvolvimiento de los hijos (as) y los diversos riesgos que el ambiente puede presentarles. Sin embargo, cuando estas acciones reactivas se convierten en situaciones que vulneran los derechos y afectan el desarrollo de procesos de autonomía e independencia, hablamos entonces de sobreprotección. (p.112)

Aunque, según Hernández (2008) los padres o cuidadores de personas con discapacidad realizan acciones de sobreprotección producto de los múltiples temores que se generan en torno a la sexualidad de sus hijos, evitando así la aparición de conductas sexuales. Se destaca que estas acciones no impedirán el desarrollo sexual de esta población, puesto que el ámbito social en el que nos desarrollamos está rodeado de múltiples estímulos sexuales.  No obstante, Navarro y Hernández (2012) opina que la sexualidad “está presente durante toda la vida y pese a la sobreprotección de los padres.” (p.197)

 Por su parte, Insa (2005) plantea que
su excesiva preocupación por protegerlos es consecuencia de que no se le considera capaz de protegerse por sí mismo frente a situaciones conflictivas. En estas circunstancias, se opta por la solución más rápida y sencilla, pero también más perjudicial para el sujeto: negar su sexualidad; en vez de capacitarle para hacer frente a esas situaciones. (p.337)

Desde otra perspectiva, García (citado por Valdivia, 2013) fundamenta tres  mecanismos de sobreprotección referentes a la sexualidad de las personas con discapacidad, en primer instancia, hace mención a la negación existencia de su sexualidad, desde una perspectiva de infantilización, en segundo término, la impermeabilidad de información o contenidos referentes a la sexualidad y por último, la represión de sus conductas sexuales mediante acciones frecuentes de vigilancia y protección, influyendo así en su desarrollo no solo sexualidad, sino también la dimensión relacional de su sexualidad.

Sin embargo, Hernández (2008) externa que estas grandes acciones de defensa que se propician para sobreproteger a las personas con discapacidad intelectual generan efectos contrarios, incrementando y multiplicando las limitaciones de integración y la normalización de esta población.  Desde la misma perspectiva, Porres (2012) plantea que “con esto se ha tratado de ocultar al individuo y se ha provocado así en estas personas un efecto de reducción en su auto estima, en su autoimagen y, en consecuencia, también en su conducta en el aspecto sexual.” (p.50)


Por consiguiente, Romero (2010) plantea que es necesario anticipar contextos seguros y protegidos a las personas con discapacidad intelectual, sin recurrir a la sobreprotección, ayudarles a desarrollar destrezas de autocuidado y autoprotección en su entorno. 

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